¿Alguna vez han soñado que están desnudos frente a un auditorio? La misma sensación de vulnerabilidad debería gobernarnos al introducir información personal en los sitios de internet…
Durante el tiempo que ejercí el periodismo especializado, algunas de las entrevistas que más disfruté fueron las relacionadas con temas de conciencia de seguridad y la administración de sistemas, particularmente aquéllas en las que me narraban anécdotas de los usuarios.
Cuando uno ve los toros desde la trinchera, siempre resulta divertido. Pero no es lo mismo cuando las experiencias ya resultan cercanas. En días recientes, una amiga publicó en su página de Facebook el teléfono de su casa, para que todos sus contactos pudiéramos verlo… claro, todos sus contactos y cualquiera que tenga acceso a su página, la cual, hasta donde sé, no tiene configurados permisos de acceso y está visible para cualquiera que la encuentre al navegar curiosamente por internet.
Sobra decir que inmediatamente recibí su mail de notificación, le escribí diciéndole que no debe colocar sus datos de manera visible en una red social con acceso público. Me respondió agradeciendo el consejo y, en efecto, quitó su teléfono de la página.
Sin afán de justificarla, ella no es la única que cae en este tipo de conductas al utilizar redes sociales. Pero como bien dicen por ahí: el mal de muchos, es consuelo de tontos. Sin ir más lejos, hace unos meses un consultor de la empresa donde trabajo descubrió otra compañía que se llama casi igual que nosotros…
Se verificó el dominio en internet y posteriormente se realizó una búsqueda del propietario del dominio, la cual nos llevó a una página en la que se exhiben públicamente todos los datos personales de quien registró el dominio. Todos. Es una especie de página personal donde la persona en cuestión ha colocado fotos de su familia, teléfonos, correo electrónico e incluso su domicilio particular. Todos estos datos, visibles públicamente, para que cualquiera con un poco de curiosidad pueda encontrarlos sin problema.
Una situación similar llevó al secuestro –y posterior homicidio– del joven Fernando Martí, hijo del conocido empresario Alejandro Martí, quien a principios de año vendió su cadena de tiendas de artículos deportivos. Al parecer, el joven caía en el comportamiento inocente de muchos al aceptar entre sus contactos de redes sociales a los “conocidos de los conocidos de sus conocidos”, exponiendo así, públicamente, sus datos personales a un sinnúmero de verdaderos desconocidos.
Lamentablemente, este tipo de ejemplos no son suficiente aún para que la gente adquiera más conciencia de lo vulnerables que son al subir fotos de toda su familia y publicar sus datos en sitios que cualquiera puede acceder.
Por ello se continúa enfatizando la importancia de comportarse en el mundo virtual como uno se comportaría en un ambiente normal. Es decir, si alguien llega de la nada y nos dice: “¡Hola! Soy Fulanito, amigo de Sutanita, que es amiga de Menganito, que conoce a tu amigo Perenganito… ¿podemos ser amigos?”
Seguramente que, de entrada, lo primero que pensaríamos es: “este tipo está loco, ¿cómo sabe quién soy? ¿Me está acosando?” Seguro que lo mandamos muy lejos, nos alejamos inmediatamente y se lo contamos a quien más confianza le tengamos…
¿Por qué, entonces, creemos que podemos aceptar entre nuestra red de contactos a cualquiera que nos manda una invitación, no solamente exponiendo nuestra información personal, sino también la de nuestros familiares y amigos?
Mi recomendación aquí es simple y clara: si no conocen a la persona, no la acepten. No pasa nada. Si somos capaces de rechazar frontalmente a alguien, ¿por qué no hacerlo en el ambiente virtual?
Finalmente, cabe insistir en la importancia de no publicar todos los datos en los sitios de internet, así como en mantener un perfil privado, es decir, restringido únicamente para los miembros que han sido aceptados dentro de nuestra red.
Enfoque Seguro