El mundo virtual ha generado rangos de twitteros que pugnan entre sí. Todos buscan aumentar seguidores, aunque, según la fuerza del mensaje, el «Twitter celebrity» luce un prestigio por encima de sus dos oponentes: el «Twitter divo» y «la celebridad en Twitter». Éstos últimos parecen sostenerse más con la potencia de su imagen mediática
La bloguera cubana
Yoani Sánchez resume lo que el twittero criollo Iván Hernández (@djivanoff) define como la Twitter celebrity perfecta.
Aunque algunos en Venezuela superen a la periodista de La Habana en cantidad de seguidores, ésta refleja, mejor que nadie, el surgimiento de una figura pública a partir de la web, característica fundamental para alcanzar aquella condición, según el especialista en nuevas tecnologías.
Sucede que la autora del blog Generación Y, a quien la revista Time clasificó entre las 100 personalidades más influyentes del mundo, no necesitó aparecer en la televisión para despertar el interés en la red. Ni tuvo que dejarse escuchar en la radio para convencer de que sus ideas resultaban provechosas para el colectivo. Tampoco debió lucir galas de alta costura en cocteles sociales reseñados luego en prensa para lograr revestirse de la fuerza que muchos -no ella- heredan de la fama mediática.
Su caso se sintetiza así: joven desconocida cuestiona con vehemencia la dirigencia de un país saltando las barreras impuestas a la libertad de expresión. A pesar de ser una definición simplista de sujeto, verbo y complemento, en torno a Yoani Sánchez se produce una diferenciación. Sus puntos de vista -reconocidos por la comunidad periodística internacional y comunicados a través de su blog inicialmente- han seducido a casi 39 mil 912 seguidores ahora en Twitter. La cifra es consecuencia directa, indica Hernández, de la capacidad que posee Sánchez para sintetizar, en 140 caracteres, la cotidianidad sin banalidad.
«Los Twitter celebrities son necesariamente personalidades dadas a conocer bajo la plataforma web», sentencia quien fuese señalado entre los usuarios web de Caracas como «L’ enfant terrible», al estigmatizar, con algo de desdén, otra categoría: los «Twitter divos». «Son aquellos que al presumir de ser seguidos, se colocan en contra de la naturaleza interactiva que implica hoy el comportamiento exigido por la Web 2.0, pues no siguen a nadie o a muy pocos».
Lo cierto es que estas dos naturalezas de twitteros, especies de fraternidades virtuales, conforman una trilogía junto con las llamadas «celebridades en Twitter». Es decir, famosos que utilizan esta red social. Son los casos, entre otros, de Ashton Kutcher, Ellen De Generes o Paris Hilton. Simplemente son figuras del entretenimiento, mundialmente conocidas, que poseen fuerza en el plano virtual, pero cuya fama se produjo antes de incorporarse a la red social.
TWITTER DIVOS EN ACCIÓN
«Los Twitter divos no son forzosamente Twitter celebrities ni celebridades en Twitter», diferencia Iván Hernández. Expone el ejemplo de Antonio Perera, alias @crackberrista, a quien, con ocho mil 957 seguidores, se le considera Twitter celebrity, básicamente porque al manejar información tan especializada de los BlackBerry se ha transformando en una referencia codiciada. A Perera, en consecuencia, le resulta igual de importante seguir y ser seguido.
En cambio, los divos se dejan seguir, pero no siguen a nadie. O deciden hacerlo con muy pocos. Prefieren, a veces por ego descontrolado, sentirse leídos, incluso cuando, en muchas ocasiones, sus mensajes no llegan a tener la sustancia que sus seguidores esperan. Sólo se interesan por la emisión de sus tweets y porque sus followers, además de leerlos, los reenvíen («retwitteen») a los demás.
Quienes están conscientes de que la información es patrimonio de todos entienden la importancia de ser coherentes con el lenguaje on line, donde la comunicación es bidireccional.
Asumirlo diferente resulta anacrónico según Iván Hernández, para quien la actitud de los divos alude al pasado, enclavada en los años noventa, cuando la web era perfilada con la fórmula 1.0. Como se sabe, el esquema que imperó hasta el año 2000 no permitía la interactividad, sino que obligaba a ser sólo receptor.
Sin embargo, el mundo on line evolucionó con la llegada del milenio, cuando se instauró la web 2.0, y, con ésta, el desarrollo de las redes sociales. Los receptores y emisores intercambiaron roles. «Los Twitter divos niegan el principio 2.0 del mundo virtual y eso los coloca, de algún modo, en el pasado, pues se quedaron en la Internet 1.0».
Hernández, quien en anterior oportunidad ya había reprochado públicamente la verticalidad de este comportamiento, comenta que, como consecuencia de esa aparente crítica realizada, fue desdeñado por algunos divos del Twitter, quienes lo calificaron como el conserje de esa red en Venezuela. Dijeron que las críticas de Hernández se debían, no a su interés por la democratización de la información sino que al saberse con pocos incondicionales, entonces reaccionaba en contra de quienes sí convocaban masas enormes en sus cuentas.
El razonamiento con el cual justifican los Twitter divos su excesiva selección para seguir a alguien -rememora Hernández- es que se les hacía imposible darle continuidad a tantos mensajes. Y aunque seguir a alguien es un derecho individual, Hernández precisa que ese criterio carece de sentido con la creación de la opción Listas, en las cuales el twittero puede clasificar según sus intereses.
CÓMO AUMENTAR LOS SEGUIDORES
Alguien se convierte en Twitter celebrity por recursos propios, ayudado, eso sí, por la elección que los demás hagan de su cuenta. Es decir, existen mecanismos a los cuales los twitteros pueden recurrir para aumentar sus partidarios. «Hay que estar claros de que en Twitter, la persona es tan fuerte según la cantidad de seguidores que lo elijan».
En ese sentido, lo primordial es interactuar. «Yo abrí mi cuenta en el mes de mayo del año pasado, y desde entonces hago presencia en la red. Tengo más de mil trescientos seguidores», alude Hernández a su experiencia personal. «Para aumentar hay que practicar lo que haría cualquiera que ama la vida nocturna, asistir a las fiestas y eventos sociales».
Y entonces, para que no quede dudas del mercadeo que debe hacerse, cita el caso de Paris Hilton, quien a su entender se convirtió en celebridad por su recurrencia a las fiestas, y también por mostrarse simpática, rodearse de gente famosa, es decir, saber venderse».
En el caso del mundo virtual, la persona debe tomar en cuenta que el gran atractivo es el contenido de lo que ofrece. «Polémica y oportunidad son dos ingredientes a tomar en cuenta si alguien quiere cocinar un buen nombre en Twitter, porque ambas características garantizan el interés en los demás sobre lo que se expone».
Q UÉ ESCRIBIR EN 140 CARACTERES
En un mundo que aspira a la democracia de opinión, imponer algún tipo de corsé constituye un hecho contranatural. De manera que los mensajes pueden ser como el twittero así lo determine. Pero quienes han hecho de Twitter una herramienta menos personal, apuntan que dar un plus informativo (anunciar una cola en la ciudad, una marcha repentina, un hueco tragacarros en una calle) es algo que los demás agradecen.
En Venezuela, criticar al gobierno es una fórmula muy utilizada. De hecho, se asegura que los twitteros nacionales son básicamente políticos. Pese a ello, sostienen los especialistas, la calidad de estos mensajes es más provechosa (como país) que aquellos que dan cuenta sobre los desvaríos estomacales, insomnios, alergias e infidelidades.
El catedrático Fernando Núñez Noda (@nuneznoda), profesor de Comunicación Digital en la UCAB, explica la razón política: «Se debe al clima psicológico del país, saturado de política. La Biblia dice: ‘De la abundancia del corazón habla la boca’. Hoy podría sustituirse por: ‘De la abundancia del corazón, se escribe en Twitter».
Otra argumento, según Núñez Noda, es que los medios de comunicación venezolanos están silenciándose y la gente ve en Internet un canal alternativo que, sobre todo con Twitter, ofrece comunicación masiva y selectiva libre, no censurable y global.
Hay quienes piensan que el nivel cultural de los twitteros influencia la calidad y originalidad de los mensajes. Y sugieren buscar otras posibilidades temáticas: desde sugerir ver una película, leer un libro, probar un plato o exponer un hecho curioso.
Fernando Núñez Noda recuerda que, en materia de cine, el twittero puede realizar críticas; en tecnología, ofrecer datos sobre equipos, programas o servicios; en espectáculo, comentarios sobre premiaciones; en deportes, datos sobre jugadores; mientras que las opciones en la ciudad siempre son bienvenidas.
BLOQUEAR O NO
Si bien hay quien aconseja la polémica para hacer atractivos los mensajes, lo que debe tomarse en cuenta es que generar ruido por ruido puede desencadenar también el descrédito, lo que, a su vez, ocasionaría disminución de seguidores.
Si el caso es que un twittero se siente vilipendiado o expuesto, la herramienta ofrece la opción del bloqueo. Aunque en ese sentido, hay un punto de vista contrario, rescatado de la cuenta del presentador de noticias de CNN en español, Daniel Viotto, cuando pidió abiertamente lo siguiente: «Por favor no bloqueen a nadie. Esto es libertad ante todo, como nunca antes en el mundo globalizado& Quien insulta desde la oscuridad es porque le teme a la libertad. No te haré block para que aprendas de que se trata esto».
Y Hernández repite lo que para él es una máxima: «Quien desprestigia gratuitamente corre el riesgo de perder seguidores, la peor de las tragedias».
nllabanero@eluniversal.com
@llabanero
Cuántos twitteros existen
Matemático, graduado en la Universidad Simón Bolívar, Iván Hernández estuvo vinculado, hasta hace poco, con la plataforma virtual de medios impresos en el país. Acostumbrado a los cálculos, dice que, sosteniéndose en informes oficiales, en Venezuela la población inscrita en Twitter está cuantificada en alrededor de 200 mil personas. Ahora bien, de esa totalidad, cerca de 30 mil cuentas se encuentran activas. El dato revela que los venezolanos, en más de 80 por ciento, abandonan la modalidad. «Muchos porque creen no saber qué decir, y otros porque no le reconocen, hasta ahora, utilidad a la herramienta».
Lo contrario pasa con Facebook, otra red social de gran impacto. «En términos cuantitativos, los twitteros están en desventaja con los amantes de Facebook. Pero hay un detalle, en Twitter se encuentra, por decirlo de algún modo, la crema y nata de la opinión pública», sostiene Hernández en defensa de su propio apego.
Al establecer diferencias entre las dos redes, indica que los usuarios de Twitter corresponden a una población más adulta, regularmente profesionales. Mientras que a Facebook ingresan discípulos virtuales más jóvenes, influenciados más por el hábito de socializar.
Otra distinción es que en Twitter no hay que conocer a la persona, porque los seguidores no buscan amistad sino que llegan movidos por el nivel de información del otro. En Facebook resulta poco frecuente aceptar a quien previamente no se conoce.