El dinero digital es una alternativa a las divisas tradicionales y, aunque su uso de momento no es generalizado, poco a poco ha ganado más adeptos, quienes recurren a la llamada moneda del futuro.
Las criptomonedas surgen en el año 2009 como una iniciativa para transferir activos digitales de forma descentralizada, independiente de las redes bancarias preestablecidas. Tras décadas de desarrollo y perfeccionamiento de las técnicas criptográficas se presentó Bitcoin como un sistema de efectivo electrónico, en medio de una gran crisis bancaria mundial suscitada en ese entonces.
Esta cadena abierta y descentralizada muestra un libro público de transacciones en un historial de cada usuario conocido como Blockchain. Cada transacción consta de claves abiertas del remitente y el destinatario, la cual además debe ser firmada con clave privada para luego ser enviada a la red. Los denominados mineros son los usuarios de esta red criptográfica, quienes además confirman cada transacción realizada. Por lo tanto, este medio digital se basa en la confianza, transparencia y el consenso absoluto de todos los participantes.

El sistema de las criptomonedas se basa en la confianza, la transparencia y el consenso
Ante el hecho de que cada usuario puede ser su propio banco, las criptomonedas ganan cada día más adeptos, quienes han hecho que el año 2017 sea el de mayor crecimiento del Bitcoin y del mercado de las criptomonedas en general. Existen numerosas criptomonedas, más allá de la conocida Bitcoin cada una con singularidades específicas como:
- Ethereum.
El mercado de las monedas virtuales sigue en crecimiento
- Ripple.
- Nem.
- Litecoin.
- IOTA.
- NEO.
- Dash, entre muchas.
Los usuarios que opten por este sistema de dinero digital deben tomar en cuenta que, por ser novedoso y autónomo, carece de legislación, así que conlleva además los riesgos surgidos de su alta volatilidad, las altas comisiones, tiempos de ejecución y los riesgos de robo.
El mercado de las criptomonedas funciona con el esquema clásico de oferta y demanda, donde el precio fluctúa según factores como su capitalización bursátil, la opinión pública, el número total de monedas en el mercado y a la tasa que se emiten, así como el grado de integración en la infraestructura preexistentes, como el sistema de pagos electrónico.