IMAGINEMOS que en un lado de una gran sala se acumulan todo tipo de problemas y necesidades sociales -desde la atención de las personas dependientes hasta la financiación de las ONG- y en otro, justo enfrente, hay un numeroso grupo de programadores y desarrolladores informáticos -también llamados hackers- acostumbrados a buscar soluciones tecnológicas e imaginativas para cualquier necesidad -comprar, vender, relacionar, gestionar, etc-. Cuando ambos grupos se juntan el resultado es una cita denominada HackForGood que propicia el diseño de un puñado de aplicaciones destinadas a satisfacer necesidades sociales.
Bilbao ha sido una de las seis ciudades del Estado español en la que hace unos días se celebró el encuentro HackForGood, cuya finalidad era impulsar la búsqueda de soluciones tecnológicas para una serie de problemas y retos sociales englobados en cuatro grandes áreas: jóvenes y desempleo, envejecimiento activo, discapacidad y nuevas formas de hacer innovación social. Del hackathon -un encuentro de programadores- de Bilbao salieron bastantes propuestas y aplicaciones interesantes, y se otorgaron varios premios. Uno de ellos, el premio que da Fundación Telefónica, recayó en una aplicación web que permite traducir al lenguaje de signos los contenidos de internet.
La aplicación premiada en el HackForGood de Bilbao se llama Sígname y fue creada «en unas 16 horas» por el equipo formado por Ibon Castilla, Imanol Álvarez e Iñigo Huerta. Estos tres hackers, que se mueven en el mundo del software libre, están muy satisfechos de haber podido desarrollar una idea que «llevaba tiempo dando vueltas» por sus cabezas, de que la aplicación web haya sido premiada y de que ahora sea utilizada, pueda tener recorrido y visibilidad. Explican que la aplicación facilita que una persona con discapacidad auditiva pueda solicitar, mediante un solo click, la adaptación al lenguaje de signos de un contenido web determinado. Porque en contra de lo que mucha gente cree, las personas que no pueden oír no solo necesitan la adaptación de contenidos sonoros, sino también, en muchos casos, de los escritos. Ibon Castilla señala que «el problema de muchos discapacitados auditivos, los prelocutivos fundamentalmente, es que no entienden lo que está escrito, mientras que los postlocutivos no suelen tener tantos problemas».
WEBS INSTITUCIONALES Iñigo Huerta añade que «los prelocutivos entienden mensajes sencillos, pero si, por ejemplo, reciben un correo muy complicado o acceden a una web administrativa con una serie de trámites complejos, no llegan a entenderlos bien y eso supone una barrera de comunicación importante». «El caso típico -puntualiza Huerta- puede ser el de alguien con discapacidad auditiva que accede a la web de un ayuntamiento para un procedimiento cualquiera, hacer una obra en casa, por ejemplo, y se encuentra con que necesita que otra persona se lo explique, que se lo interprete. En lugar de depender de la ayuda de esa persona, nuestra aplicación web le permite solicitar que le interpreten con lengua de signos el contenido concreto que necesita. Una vez que esa adaptación se solicita, la petición entra en una lista de trabajos y cuando un intérprete tiene la oportunidad de grabar un vídeo lo pone en el sistema; entonces la persona con discapacidad auditiva recibe un mensaje que le dice que ya tiene interpretado lo que solicitó y con un click puede acceder al contenido».
Preguntados por la idea que dio origen a la aplicación, los desarrolladores vizcainos explican que su contacto con los problemas y necesidades de los discapacitados auditivos procede de su colaboración con la asociación Zentzumen Guztiekin. «Nos dimos cuenta -dicen Ibon, Imanol e Iñigo- de que los responsables de las webs institucionales se resisten a adaptar sus contenidos a la lengua de signos porque tienen demasiado contenido creado y les resultaría carísimo. También hay que cuestionarse si es necesario o interesante convertirlo todo. Nosotros creemos que es mejor adaptar solo la información que interesa al colectivo, la información crítica o necesaria en un momento y para una persona determinada. Para eso lo mejor es que los propios usuarios puedan seleccionar qué información necesitan que se traduzca al lenguaje de signos. Sería mucho más eficiente y ya que los recursos son escasos, se aprovecharían mejor ofreciendo exclusivamente el servicio necesario». Añaden que la asociación Zentzumen Guztiekin está tratando de que las instituciones públicas adapten sus contenidos a la lengua de signos, «pero siempre se topan con el mismo muro: que es muy costoso y también que requiere una adaptación técnica de la web». Su sistema -destacan- «es más sencillo porque basta con añadir un botón a la web, lo mismo que el botón de Facebook, pero con el símbolo de la lengua de signos que ellos ya conocen. Es muy rápido y sencillo».
«HACKER WANTED» Ibon, Imanol e Iñigo cuentan que en el HackForGood de Bilbao se desarrollaron aplicaciones sociales muy interesantes con las que compitió Sígname. Una era una solución para que una persona con una enfermedad degenerativa que ha perdido la capacidad de hablar pueda comunicarse con sus familiares usando un repertorio de frases, y otra consistía en una aplicación dirigida a personas mayores que viven en residencias y que creaba ejercicios para ayudarles a conservar la memoria pero que en lugar de utilizar imágenes genéricas emplea fotografías y recuerdos propios de la vida de cada persona.
Los desarrolladores vizcainos que triunfaron con su aplicación para ayudar a los deficientes auditivos apuntan que aunque de la cita bilbaina salieron seis buenos productos, también hubo retos o problemas sociales que se quedaron sin resolver por falta de hackers. «Había más personas planteando retos que hackers solucionándolos. Incluso uno de los retadores llegó a colgar un cartel que decía ‘hacker wanted’, porque quería crear una pequeña red social para ayudar a la inserción laboral de los discapacitados y no habían ningún equipo que pudiera trabajar en eso», explica Ibon Castilla.
Imanol Alvarez e Iñigo Huerta añaden que aunque en el País Vasco «hay muchos hackers», al HackForGood no acudieron todos los que se esperaban: «algunos porque trabajan de 8 a 8, y no querían sacrificar un fin de semana y en otros casos porque los que tienen la capacidad técnica para resolver los retos están quemados de tanto trabajar». Ellos, sin embargo, afirman que «todo lo que tenga que ver con lo social nos interesa». Se animaron a participar y han visto como su aplicación ha sido premiada.
Fuente: Deia