Para muchos niños los teléfonos celulares han estado presentes desde el mismo momento de su nacimiento, cuando sus padres grababan el momento del parto.
Desde hace 11 años, cuando Steve Jobs hizo el lanzamiento del primer IPhone, los teléfonos inteligentes han ganado cada vez más espacios en nuestras vidas y, por ende, en nuestro tiempo. La tecnología móvil ha impactado nuestros hábitos en casi todas las actividades humanas, conduciendo la propagación de la nomofobia («no-mobile-phone phobia»), nueva categorización de un trastorno psiquiátrico conocido como la adicción al teléfono móvil.
Entre los efectos secundarios de la nomofobia están alto impacto en las relaciones sociales, laborales y familiares, conduce a malestares en las articulaciones, ojos y huesos, insomnio, depresión y ansiedad, entre otra gran cantidad de síntomas.
El auge de las redes sociales ha exacerbado la cantidad de tiempo en pantalla y la dependencia a los dispositivos móviles, lo cual es especialmente peligroso para las nuevas generaciones que han nacido en un mundo digital y para quienes es fundamental el desarrollo de habilidades sociales, la concentración y el enfoque en materia de estudios.
A tal efecto, a partir de julio del 2018, fue promulgada una ley en Francia con el fin de desintoxicar a los jóvenes de la nomofobia e impulsar una generación sin adicción a las pantallas. Derivada de un debate parlamentario, según esta nueva ley los estudiantes no deberán presentarse al colegio con sus teléfonos inteligentes. Como atenuante, se propone la instalación de casilleros donde los jóvenes puedan guardar sus dispositivos mientras se encuentran en horas de estudios.
En el debate parlamentario, incluso se discutió la posibilidad de hacer la medida extensiva a profesores y todos los adultos del plantel, a fin de incentivar las relaciones humanas y dar el ejemplo a los menores. Dicha prohibición es irrestricta para menores de 15 años, ya que, a partir de esa edad, los jóvenes podrán decidir voluntariamente si adoptan la prohibición parcial o totalmente.
Pese a que en muchos países se ha restringido informalmente el uso de dispositivos electrónicos en las aulas, es Francia el primer país que lo promulga con obligatoriedad legal, en un gran avance en pro de la salud mental y éxito educativo de los menores. El ministro de Educación francés, Jean-Michel Blanquer, calificó el texto de «ley para el siglo XXI, una ley sobre la revolución digital«.