Ayer recibimos una llamada sospechosa. El interlocutor tenía acento extranjero y se hizo pasar por pastor de una congregación y que su llamada procedía de Miami. Preguntó por la señora Rebeca, y como así se llaman tanto mi mamá como mi abuelita, pregunté cuál de las dos. Me dijo: «seguramente será la grande» (osea, mi abuelita). Ahí tuve mi primera sospecha, pues me dijo que habían hablado antes con ella para escribir un artículo sobre la vida del cristiano comprometido.
En primer lugar, mi abuelita tiene casi 91 años, a duras penas escucha las conversaciones y solamente recibe llamadas de sus familiares. En segundo lugar, mi abuela ha sido católica toda su vida. Con todo y dudas, me tomé la decencia de preguntarle a mi mamá y abuelita si esperaban esta llamada, a lo que ambas dijeron que no.
Mala suerte para mi interlocutor, se topó con una freak de la seguridad y paranoica de la ingeniería social, je, así que empecé a cuestionarlo yo… y ahí fue donde le caí en otras inconsistencias.
Cuando le dije que nadie esperaba su llamada ni sabía de lo que estaba hablando, pareció inquietarse y me empezó a insistir en que se trataba de un artículo, que solamente quería platicar sobre la vida familiar que llevábamos (sí, claro, y mientras escribe su «artículo» se entera de cuántas personas viven en esta casa y a qué nos dedicamos, pensé yo).
Resultó que obtuvo el nombre de mi mamá de una lista que le proporcionaron de una iglesia, y mencionó varias, entre ellas la iglesia en donde mi familia y yo nos hicimos cristianos… pero eso fue hace años. Nadie de mi familia se congrega allí ahora.
Me brincaron varias cosas de inmediato:
1. Mencionó varias iglesias, pero no me dijo si el nombre de mi mamá estaba en el listado específico de alguna en particular, sino que me preguntó ¿le suena conocida alguna de éstas? Ello me lleva a dudar de la procedencia legítima de los datos.
2. Si las iglesias mencionadas están proporcionando información de sus feligreses sin su consentimiento, ¿no estarían incurriendo en un delito en el manejo de la información privada, conforme a la actual Ley Federal del Manejo de Datos Personales (en México)?
3. Si en realidad las iglesias quisieran apoyar en la elaboración de un artículo sobre la vida del cristiano comprometido, ¿no recomendaría el pastor a alguien conocido, de quien supiera que sigue sirviendo a Dios y a quien conozca precisamente por el servicio que el cristiano en cuestión presta en su iglesia?
Aquí viene lo bueno: cuando le dije que me parecía sospechoso que buscara a mi mamá por parte de una iglesia a la que ella no asiste y que además ella no tenía idea de quién era él y que iba a colgarle, pareció molestarse. Me dijo que a él le parecía sospechoso que yo no le quisiera pasar a mi mamá (¡ay, caray! Ahora resulta que el ofendido era aquél) e insistió en que solamente quería que le contáramos de nuestra familia para su artículo.
Me parece que un pastor verdadero simplemente daría las gracias porque le tomé la llamada y se despediría, no se molestaría ni insistiría en obtener la información… además, ¿qué no se supone que tenía una lista con otros candidatos para ese artículo? Digo, yo fui periodista y si en algún momento alguien me decía: “no quiero”, le agradecía el tiempo y buscaba otra fuente.
Le pregunté de qué iglesia era y en qué revista saldría publicado el artículo. Me respondió lo primero y evadió lo segundo, insistiendo en su artículo. Entonces le pedí que me dejara un teléfono, una página web y un correo electrónico; le dije que investigaría sobre su iglesia y el artículo que mencionaba.
Lo percibí molesto. Yo creo que un verdadero pastor entendería que viviendo en un país de tanta inseguridad es normal que uno se tome las precauciones mínimas. A regañadientes me pasó su correo electrónico: jmelendeza.rrricky121418@vidaencristo.com.p, ¿qué es esto? Cabe añadir que tardó más de dos minutos en dictarme este correo y se notaba que lo iba inventando, así que sin más le colgué el teléfono.
No puedo negarlo: me sorprendió que ahora se valgan de la fé de las personas para aplicar la ingeniería social. Ya habían empezado con el spam hace mucho, enviando mails con consignas que más que bendiciones parecen maldiciones si no reenvías el correo a por lo menos 20 de tus amigos, pero ésta llamada me alertó por varias razones:
1. ¿De dónde consiguieron los datos? Sí, es cierto que no es información actualizada, pero a final de cuentas son datos reales…
2. ¿Cuántos nombres tendrán en su lista?
3. ¿Cuántos ingenuos o verdaderos cristianos comprometidos se sentirán halagados ante la posibilidad de ser entrevistados y salir como ejemplo en una revista y se prestarán a dar su información personal a estos desconocidos?
4. ¿De dónde procede realmente esa llamada? Yo no tengo identificador en el teléfono de casa, pero bien podría ser de una cárcel, de cualquier casa o teléfono público del Distrito Federal
5. ¿Tendría otra intención esta llamada? Digo, además de lo que parece obvio, me llamó la atención que quisieran alargar el telefonema. Tal vez solamente querían insistir a ver si caía en su trampa… pero, ¿y si aprovechan la llamada para hacer alguna otra cosa, como clonar la línea? Supongo que lo sabré cuando llegue el próximo recibo telefónico…
Por lo pronto me tocó esta llamada por ser cristiana, pero ¿quién sabe si no están atacando también a testigos de Jehová, católicos o seguidores de la dianética o la cientología?
Por Lizzette Pérez Arbesú